Creación ex nihilo y la edad del Universo


Según los científicos, el Universo tiene más de 13.700 millones de años de edad. Según los creacionistas, todo lo que existe, la Tierra y el Universo, sólo tienen unos pocos miles de años. Las diferencias entre ambas fechas son tan gigantescas que podríamos afirmar que estas posturas jamás podrían conciliarse. Sin embargo, sabemos que Dios creó el Universo, y al mismo tiempo, Dios inspiró la Biblia. Por lo tanto, lo que vemos en el Universo y lo que dice la Biblia no debieran contradecirse el uno del otro. Entonces, ¿por qué el Universo pareciera tener millones de años, mientras que la Biblia pareciera indicar que sólo tiene miles de años? ¿Cómo se explican estas enormes diferencias? ¿Es posible que existan estas diferencias?

Pues bien, la edad de alguien o algo está definida por el tiempo transcurrido desde su nacimiento hasta el presente. Todo comienza a existir desde el nacimiento, y desde ahí comienza la edad natural. Así que, si un hombre tiene 50 años de edad, significa que desde su nacimiento ha vivido naturalmente 50 años. También, la propia edad hará que este hombre tenga las características naturales de alguien de 50 años. De la misma manera ocurre con el Universo. Los científicos pueden calcular la fecha de su nacimiento a partir de las características naturales que tiene hoy. Así es que, el Universo tendría que haber nacido hace unos 13.700 millones de años para llegar a tener las características naturales que tiene hoy.

Sin embargo, cuando estudiamos el Génesis, nos damos cuenta que el origen del Universo no fue un simple acto de nacimiento natural. Al contrario, en la Biblia vemos un acto de Creación inicial, y que fue mucho más grande que un milagro. Fue una “creación ex nihilo”, es decir, “de la nada”. El hombre puede crear cosas, pero a partir de otras cosas que ya existen. Pero sólo Dios puede crear algo de la nada. La Creación fue algo sobrenatural y único. El Universo y todas las cosas que en él existen surgieron de una creación especial a partir de la nada:

“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3)

De manera que no habiendo nada, Dios hizo aparecer todo. Esto significa que el Universo no se originó de un nacimiento natural o de una autogeneración, sino que comenzó a existir en toda su perfección, plenitud y madurez, tal como lo describe la Biblia. Por ejemplo, cuando Dios creó la hierba y los árboles en el tercer día de la Creación, se nos dice que creó la hierba que da semilla, y los árboles que dan frutos con sus semillas (Génesis 1:12). Dios creó primero la hierba antes que la semilla, y primero los árboles antes que los frutos con su semilla. Los árboles, por lo tanto, fueron creados en su plenitud, lleno de frutos. Pero el hecho de que Dios haya creado los árboles en su estado maduro nos lleva a una enorme paradoja. Si tuviéramos la oportunidad de viajar en el tiempo para talar el primer árbol creado por Dios, y encontramos, digamos, cuarenta anillos en su tronco, estaríamos obligados a admitir científicamente que este árbol tiene cuarenta años de vida, cuando en realidad ¡sólo tiene unos minutos de existencia!


Lo mismo sucede el sexto día de la Creación. Cuando Dios creó al hombre, ¿lo creó como un bebé o como un hombre adulto? Pues nadie pensaría que Adán fue creado como un embrión o como un recién nacido. Al contrario, todos imaginamos Adán como un hombre adulto. Algunos estudiosos judíos creen que Adán tenía el cuerpo de un hombre de 20 años cuando fue creado por Dios (Judaísmo e Israel). Esto es muy relevante. Porque si un científico tuviera la oportunidad de viajar en el tiempo hasta el día de la creación de Adán, y determinar su edad, él diría científicamente que tiene alrededor de 20 años, cuando en realidad ¡sólo tiene unos minutos de vida!

En la creación de una cadena montañosa, por ejemplo, si un científico pudiera estar presente el día en que fueron creadas, y tratara de determinar su edad, él estimaría, digamos, un millón de años, ya que ese sería el tiempo necesario para que los movimientos sísmicos y geológicos hicieran surgir una cadena montañosa por sí sola. Sin embargo, él estaría ignorando que aquellas montañas fueron creadas por Dios ¡recién hace algunas horas!

Y en toda la Creación podemos ver plenitud y madurez. Dios no creó semillas, sino árboles. Dios no creó células, sino animales. Por ende, la famosa pregunta, ¿el huevo o la gallina?, tiene su respuesta en el Génesis. Dios creó primero las aves, antes que los huevos. De hecho, un grupo de investigadores logró resolver este dilema concluyendo científicamente que la gallina tuvo que haber aparecido primero, debido a que el huevo se forma necesariamente con una proteína específica que se encuentra en la gallina (Metro), comprobando así lo que afirma el Génesis. Pero a su vez, con estos resultados aparece una nueva pregunta que la ciencia todavía no puede responder, ¿de dónde viene la gallina?

Este es, pues, el milagro de la “creación ex nihilo”, que la ciencia no puede medir. ¿Cómo es posible que algo aparezca de “la nada” completamente formado y desarrollado? Pues, la creación ex nihilo necesariamente implica esto: madurez. Por ejemplo, cuando Jesús convirtió el agua en vino, todo el proceso de fermentación y añejamiento se pasó por alto, para que en vez de eso apareciera un vino de excelente calidad, que incluso lo calificaron como el mejor de todos (Juan 2:3). También, cuando Jesús multiplicó los panes y los peces, éstos aparecieron de la nada cocidos y listos para comer ("La Batalla por el Comienzo", John McArthur).

Por lo tanto, el hecho de que en la creación ex nihilo las cosas comenzaron a existir completamente desarrolladas, implica que el Universo tenga dos edades desde el principio: una edad aparente, y una edad cronológica (Judaismo Hoy). Los científicos sólo pueden observar la edad aparente del Universo, porque no pueden medir y aceptar el fenómeno de la Creación. Cuando pensamos en la distancia de las estrellas, por ejemplo, y vemos una estrella cuya luz tarda, digamos, tres millones de años en llegar a la Tierra, un científico estimaría que esta estrella existe a lo menos desde hace tres millones de años. Sin embargo, Dios creó las estrellas cuyas luces fueron visibles al instante en la Tierra el cuarto día de la Creación. Adán tuvo que haber visto un cielo nocturno completamente estrellado. Pero si un científico hubiera tenido la oportunidad de viajar al tiempo de Adán, y hubiera visto las estrellas, seguramente afirmaría que el Universo tiene millones de años (edad aparente), cuando en realidad ¡existía hace menos de una semana! (edad cronológica). Estos millones años de diferencia demuestran, por tanto, el enorme y extraordinario poder milagroso de Dios en la creación ex nihilo.