"El día y la hora que nadie sabe" entre los judíos


Sin duda, las profecías bíblicas despiertan el interés de todo el mundo. Todos queremos saber los tiempos y las señales de los últimos días. Y los discípulos de Jesús no eran la excepción. Cuando Jesús estaba en el monte de los Olivos, los discípulos le llevaron aparte para preguntarle acerca de las señales de su venida y el fin de los tiempos. Entonces Jesús pronunció:

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (Mateo 24:36)

“Nadie sabe el día y la hora”, sentenció Jesús. Así que normalmente pensamos que ese día y hora es un misterio. Incluso pensamos que ni siquiera Jesús lo sabía. Sin embargo, en muchas ocasiones vemos que Jesús sí conocía el futuro y los tiempos proféticos. Por ejemplo, Jesús sabía perfectamente que su entrada triunfal en Jerusalén era el día específico del cumplimiento de las profecías (Lucas 19:41-42). Incluso en otra ocasión, se enojó con los líderes religiosos que no podían ver las señales que anunciaban el tiempo exacto de su llegada (Lucas 12:54-56).

Entonces, si Jesús tenía el pleno conocimiento de las cosas futuras y los tiempos proféticos, ¿por qué dijo que nadie sabía el día ni la hora de su regreso? ¿Acaso tampoco lo sabe? Pues, por supuesto que lo sabe. Y no sólo eso. Cuando dijo que volvería el “día y la hora que nadie sabe”, ¡estaba anunciando la fecha exacta de su regreso!

Los judíos asociaban la frase “el día y la hora que nadie sabe” con la Fiesta de las Trompetas, hoy llamada Rosh Hashaná. Los judíos tienen siete fiestas sagradas durante el año. Todas ellas se celebran a mediados de mes, pero la Fiesta de las Trompetas es la única que se celebra el primer día del mes. En tiempos bíblicos este día era muy difícil de determinar, puesto que el primer día del mes se fijaba con la luna nueva, que cuando aparece es invisible en el cielo nocturno. Así que nadie sabía el día y la hora exacta en que aparecía la luna nueva que daba inicio a la Fiesta de las Trompetas.

Pues bien, el calendario judío se basa en el ciclo lunar, que comienza cuando la luna tiene el aspecto de una fina medialuna. Esa es la señal del comienzo de un mes. Luego, continúa creciendo hasta alcanzar su máximo tamaño a mitad de mes (luna llena), y entonces comienza a disminuir hasta que ya no se puede ver durante dos días (luna nueva). Este ciclo dura 29 días y medio. Así que los judíos tenían que observar cuidadosamente este ciclo lunar para determinar el primer día de cada mes, y así establecer correctamente las fechas de las fiestas sagradas del año (Levíticos 23:4). Los días en que se celebraban estas fiestas habían sido señalados por Dios, por lo que nadie podía cambiarlas. Así que equivocarse en el conteo de los días era un pecado grave.

La responsabilidad de establecer el primer día del mes (Rosh Jodesh) según la luna nueva estaba a cargo del Sanedrín. Sin embargo, no siempre se podía observar la luna nueva con precisión, no sólo porque era totalmente invisible, sino también porque dependía de las condiciones meteorológicas.


Por esta razón, el Sanedrín tenía todo un procedimiento para determinar correctamente cuando comenzaba un nuevo mes. Así que, el día 30 de cada mes, el Sanedrín “abría sus puertas” en un enorme patio de Jerusalén para que se presentaran testigos que afirmaban haber visto la luna nueva la noche anterior. Si bien los miembros del Sanedrín tenían conocimientos en astronomía, y sabían cuándo y dónde podría haber aparecido la luna nueva, necesitaban dos testigos como en cualquier asunto legal judío (Deuteronomio 19:15).

Se interrogaban de a dos testigos, por orden de llegada y por separado. Comenzando por el mayor de ellos preguntaban: ¿cómo vio la luna? ¿Frente o detrás del sol? ¿Al norte o al sur? ¿Qué tan grande era? ¿En qué dirección se inclinó? ¿Qué tan ancho era? Luego, llamaban al segundo testigo y le hacían las mismas preguntas (hebroots.org).

Si ambos testimonios coincidían, se aceptaba su evidencia. Entonces aquel día 30 se declaraba como el primer día del nuevo mes, y se daba por concluido el mes anterior estableciéndolo en 29 días (jaser). Entonces el presidente del Sanedrín proclamaba: ¡Santificado! (¡Mekudash!). Y todos respondían: ¡Santificado! Ahora, si ningún testigo se presentaba el día 30, el Sanedrín automáticamente declaraba el día 31 como el primer día del nuevo mes, y se establecía el mes anterior en 30 días (malé) (chabad.org).

En tiempos de Jesús, este procedimiento era de suma importancia para establecer el día de la Fiesta de las Trompetas, pues comenzaba el primer día del mes séptimo (Levíticos 23:24). Dado que no había forma de saber de antemano cuándo sería el primer día del mes de Tishri, los judíos no sabían si comenzar a preparar la fiesta el día 30 del mes de Elul, o el día 31, sino hasta cuando el presidente del Sanedrín proclamara: ¡Santificado! De manera que la Fiesta de las Trompetas comenzó a conocerse entre los judíos como “Yom Hakeseh”, “el día escondido”, pues era la única de las fiestas judías que se celebraba un “día y hora que nadie sabía”.

Cuando los discípulos preguntaron acerca del tiempo de su venida, Jesús respondió que será “el día y la hora que nadie sabe” (Mateo 24:36). Los discípulos habrían entendido que su regreso sería en la Fiesta de las Trompetas, en la luna nueva del mes de Tishri (generalmente entre Septiembre y Octubre). Los primeros cristianos - que eran judíos - también habrían entendido esto, por ello el apóstol Pablo no tenía necesidad de escribirles acerca de los tiempos y ocasiones del regreso del Señor (1 Tesalonicenses 5:1-2).


La pregunta es, ¿se refería Jesús al rapto de la Iglesia o la Segunda Venida de Cristo? Algunos afirman que Jesús hablaba del rapto de la Iglesia, y que ocurrirá en una futura Fiesta de las Trompetas. En tanto otros afirman que así como para los judíos la Fiesta de las Trompetas era “un día escondido”, así también para nosotros el rapto será en cualquier momento en “un día que nadie sabe”. Y otros afirman que Jesús anunciaba su Segunda Venida en una futura Fiesta de las Trompetas después de la Tribulación.

Lo único que sabemos es que la Fiesta de las Trompetas señala un día importante en la profecía bíblica. Por supuesto, señalar un día específico puede parecer arriesgado. Pero debemos recordar que las siete fiestas judías fueron establecidas por Dios para revelar al Mesías en un día señalado para los judíos. Y las primeras cuatro fiestas fueron cumplidas por Jesús en su primera venida: la Pascua señalaba su muerte. La Fiesta de los panes sin levadura señalaba su sepultura. La Fiesta de las Primicias señalaba su resurrección. Y la Fiesta de Pentecostés señalaba la llegada del Espíritu Santo. Si todas ellas se cumplieron exactamente en el día señalado, no hay nada que nos haga pensar que en un futuro día de Fiesta de las Trompetas ocurrirá uno de los eventos más grandes de la Historia.