“Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.” (Éxodo 12:7)
Debemos preguntarnos, ¿por qué Dios ordenó a los israelitas pintar con sangre el dintel y los postes de las puertas? Por supuesto, decimos que era una señal para que el ángel de la muerte pasara por encima de sus casas (Éxodo 12:13). Pero, ¿por qué el dintel y los postes de las puertas? ¿Qué tenían de especial? Pues, la egiptología y la arqueología nos ofrecen respuestas.
Aunque el pueblo de Israel se había mantenido separado del resto de las naciones, la esclavitud en Egipto hizo que poco a poco comenzaran a adaptarse a las costumbres egipcias. Tradicionalmente los israelitas vivían en tiendas de campaña, pero en Egipto comenzaron a vivir en casas (Éxodo 12:22). Probablemente, como parte del trabajo que hacían como esclavos, aprendieron a hacer casas egipcias. Entonces comenzaron a construir sus propias sus propias casas al estilo egipcio. Las casas israelitas no habrían sido muy diferentes de las casas egipcias.
Una particularidad de las casas egipcias eran los materiales de construcción, influenciados por sus creencias acerca de la vida y la muerte. Los egipcios creían en la vida después de la muerte. Por tanto, los edificios destinados a la vida después de la muerte, como templos y tumbas, se construían con piedra, un material que duraría para siempre. En cambio, las casas, destinadas a una vida temporal, se construían con materiales temporales como el ladrillo de barro. Todas las casas egipcias, desde las casas de esclavos hasta las casas más lujosas, se construían con ladrillos de barro.
Los egipcios también se preparaban para la vida eterna. Por una parte, el cuerpo tenía que sobrevivir a la muerte. Por eso era importante la momificación. Pero, por otra, los nombres tenían que perdurar por la eternidad. Para los antiguos egipcios, el nombre era una parte muy real de una persona. Por ende, para evitar la pérdida de sus nombres, los reyes construían grandes monumentos de piedra con sus nombres grabados en todas partes. En cambio, los menos ricos y poderosos grababan sus nombres ¡en los dinteles y postes de las puertas!
Los egipcios construían sus casas principalmente de ladrillo de barro. La única excepción eran los postes y dinteles de las puertas, las cuales eran construidas de piedra. En ellas se escribía el nombre de las personas que vivían en la casa. De esta manera, si la casa era destruida, los nombres de los propietarios sobrevivirían en el tiempo gracias a la piedra. Las excavaciones arqueológicas han encontrados postes y dinteles con los nombres de sus antiguos propietarios. Los egiptólogos que excavan la región del Delta de Egipto (el pantano del norte donde vivían los israelitas) han descubierto muchos de estos primeros postes y dinteles de puertas del Antiguo Egipto (“Cubiertos de sangre: Una mejor comprensión de Éxodo 12:7”, L.S. Baker Jr.).
Pero hay más. Cuando los israelitas estaban en Egipto, también adoraban a los dioses egipcios y se resistían a abandonarlos (Ezequiel 20:8). Las plagas de Egipto eran el juicio de Dios sobre “todos los dioses egipcios” (Éxodo 12:12). Entonces Dios mandó que tomasen un poco de la sangre del cordero y la pusieran en el dintel y en los postes de la puerta, ya que en esos lugares detrás de la puerta y en el dintel es donde solían poner el recuerdo del culto pagano en el que solían participar (“Mindful Torah for Our Time”, Rabbí Marc Margolius). Los egipcios [e israelitas] escribían el nombre de los dioses que adoraban ¡en los dinteles y postes de las puertas!
De manera que, cuando los israelitas pintaron con la sangre encima de los dinteles y los postes de sus puertas, estaban repudiando el culto a los dioses paganos, cuyos nombres estaban escritos en ellos. Por tanto, la sangre era una señal para los israelitas, un testimonio de que ya no adorarían a los dioses egipcios como lo habían hecho anteriormente, y que salían de Egipto por la mano de Jehová, el único Dios verdadero.
Pero, por otra parte, los egipcios escribían sus nombres en los dinteles y postes de las puertas con la esperanza de tener una vida en el más allá. Pero sus nombres escritos en piedra no garantizaban la vida eterna. Solo cuando los israelitas ponían la sangre encima de sus nombres escritos en los dinteles y postes, la salvación era segura. ¡Sólo la sangre de Cristo puede dar vida eterna!