Dicen los evangelios que una mujer que estaba enferma de flujo de sangre desde hacía 12 años y que había gastado todo en médicos sin poder ser sanada, se acercó a Jesús en medio de una gran multitud. Esta mujer pensaba que sólo tocando el manto de Jesús sería sana (Mateo 9:21; Marcos 5:28). Pero el Evangelio de Lucas nos entrega otro detalle: ella pensaba solamente tocar el borde del manto (Lucas 8:44). ¿Por qué esta mujer sólo se conformaba con tocar el borde del manto? ¿Qué tenía de especial el borde?
Pues. los judíos pensaban que cuando el Mesías aparecería, el borde de su manto traería sanidad. Esta idea se basaba en la profecía de Malaquías, quien había escrito: "nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación" (Mal. 4:2). Los judíos interpretaban que "el Sol de justicia" era el Mesías, y "sus alas" el borde de su manto. Entonces la mujer tocó este borde como un acto de fe, pues creía que Jesús era el Mesías y que el borde de su manto tenía la sanidad que tanto anhelaba.
Pero, ¿qué tenía de especial el borde del manto? La hechura del borde del manto tenía un significado mucho más profundo. Los mantos que usaban los judíos en aquellos tiempos eran muy especiales. Seguramente Jesús usaba un manto de oración conocido como talit. Este talit debía tener cuatro puntas sobresalientes (Deut. 22:12) que representan las cuatro letras de la palabra hebrea “YHVH”, el nombre de Dios. Cada una de estas cuatro esquinas estaban conformadas por unos flecos o borlas ("tzitzit"), formadas por 7 hilos que representan el número de la perfección de Dios y 1 hilo de color azul que representa los mandamientos de Dios (Números 15:38-39); en total cuatro flecos con 8 hilos cada una. El largo de estos flecos no estaba establecido, pero los fariseos lo usaban muy largo para dar la impresión de que eran muy clementes (Mateo 23:5).
A cada una de estas cuatro puntas del manto ("tzitziot" en plural) se les hacía 5 nudos, y entre cada nudo un grupo de vueltas de hilos con el hilo azul. Entre el primer y segundo nudo habían 7 vueltas de hilo azul, entre el segundo y tercero 8 vueltas, entre el tercer y cuarto 11 vueltas y entre el cuarto y quinto nudo 13 vueltas (como se observa en detalle en la imagen abajo).
Estos flecos e hilos tenían un significado oculto. Las letras hebreas tienen un valor numérico. Así que la suma del valor numérico de cada letra que forma una palabra daba como resultado un "número". De esta manera, en los flecos del borde del manto, si sumamos los primeros tres grupos de vueltas de hilos tenemos: 7 + 8 + 11 = "26", que es el "número" que suman las letras de la palabra "YHVH", el nombre de Dios. El cuarto grupo de hilos tiene "13" vueltas, que es el "número" que suman las letras de la palabra hebrea "ejad" ("uno"). En total, cada fleco en el borde del manto tiene 39 vueltas de hilos. En estas 39 vueltas los judíos estaban escribiendo en código numérico el versículo: "Jehová nuestro Dios uno es" (Deut. 6:4).
Pero si continuamos con los números, las letras de la palabra hebrea "tzitzit" suman "600", y si adicionamos los "8" hilos que conforman los tzitziot y sus "5" nudos tenemos: 600 + 8 + 5 = "613", que son todos los mandamientos de Dios escritos en toda la Torá, desde el Génesis hasta Deuteronomio. Esto es importante, puesto que si los judíos guardaban estos mandamientos alcanzarían todas las promesas de bendiciones de Dios (Deuteronomio 28). De manera que los flecos ("tzitzit") del borde del manto de Jesús representaban el nombre de Dios, quién es Dios, cómo es Dios, y todos sus mandamientos y promesas de bendiciones.
Dice la Biblia que la mujer tocó el borde del manto de Jesús (Lucas 8:44). La palabra en griego para "borde" es "kraspedon" que significa "fleco". Es decir, la mujer tocó estos flecos del manto. La mujer entendía a la perfección lo que significaba el borde del manto de Jesús y pensaba que solamente tocando este borde o fleco sería suficiente. Esto fue un tremendo acto de fe, pues significaba que la mujer estaba aferrándose al nombre de Dios y estaba reclamando las promesas de Dios. La mujer estaba consciente que estaba tomando de las promesas de Dios en sus manos para ser sana. Pero este no es el único caso. La Biblia también nos dice que la gente de Genesaret rogaba a Jesús "que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos" (Mateo 14:36).
En nuestra vida ocurre algo similar. Debemos aferrarnos al nombre de Dios y reclamar sus promesas para saciar cualquiera de nuestras necesidades. Cuando nos aferramos a Dios y a sus promesas entonces el poder de Dios será desatado en nuestras vidas. Solamente debemos extender nuestras manos a su manto, creer que Jesús es nuestro Salvador y esperar la sanidad que buscamos.