Esto es fascinante. En 1932 Nathan H. Wood publicó en su libro “Los secretos del Universo” una impresionante analogía entre Dios y el Universo, y llegó a la conclusión de que Dios creó el Universo como una trinidad, como un modelo de sí mismo (Institute for Creation Research). De manera que podemos encontrar la firma de Dios como Autor de la Creación en el sello trinitario en el Universo. Dice la Biblia:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Romanos 1:20
Si logramos leer con cuidado, la Biblia está diciendo que ¡podemos entender la deidad de Dios simplemente observando las cosas creadas por Dios! Y si se trata de la deidad, uno de los conceptos más difíciles de tratar es la Trinidad. En término humanos, la Trinidad es un concepto muy difícil de entender y explicar. Pero, según la Biblia, ¿podemos entender la Trinidad de Dios simplemente observando las cosas creadas por Dios? Por supuesto que sí.
Sabemos actualmente que el Universo es tiempo, espacio y materia. Sin embargo, el Universo no es una parte de tiempo, una parte de espacio y una parte de materia. En realidad, el Universo entero es espacio, tiempo y materia (incluyendo la energía como forma de materia). Los tres son necesarios para que el Universo exista, y del mismo modo, los tres forman el Universo simultáneamente. La Biblia dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Génesis 1:1
Vemos los tres componentes, el tiempo (“En el principio”), el espacio (“los cielos”) y la materia (“la tierra”), siendo creados por Dios simultáneamente al comienzo de la Creación. De manera que el Universo funciona como una tri-unidad. Por ello, los científicos lo llaman un continuo tiempo-espacio-materia. De manera similar, El Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres personas distintas y necesarias para la deidad, pero al mismo tiempo, los tres simultáneamente forman la deidad. ¿Complejo cierto? Pues, si aún con el avance actual de la ciencia no comprendemos este Universo, mucho menos lograremos entender completamente a Dios, que es infinitamente superior.
Por ende, tanto el tiempo como el espacio y la materia trabajan distintamente pero simultáneamente como un Universo. E incluso se puede observar un paralelo entre estos tres componentes del Universo y las tres personas de la Trinidad. El espacio es el fondo invisible y presente en todo el Universo, tal como el Padre en la deidad. La materia revela la realidad del Universo, tal como el Hijo se reveló visiblemente. Y el tiempo hace que el Universo sea comprensible en los eventos que ocurren en él, tal como el Espíritu Santo nos revela todo. Y los tres, tiempo, espacio y materia, también funcionan en sí como una trinidad, formando aún una “trinidad de trinidades”.
Por una parte, el tiempo es pasado, presente y futuro. El pasado no es igual al presente, y el presente no es igual al futuro. Pero tanto el pasado, como el presente y el futuro no forman tres “tiempos”, sino más bien, los tres son el “tiempo” y están en el “tiempo”. De igual forma, en la Trinidad no existen “tres dioses”, sino que las tres personas de la Trinidad son un solo “Dios” (1 Juan 5:7) y cada uno está en “Dios” (Juan 14:10-11). Y así también, el pasado, presente y futuro se relacionan entre sí, así como el Padre, el Hijo y Espíritu Santo se relacionan entre sí. El futuro es la fuente invisible del tiempo, manifestado momento a momento por el presente, y entendido en el pasado. Similarmente, el Padre es la fuente invisible, manifestado en el Hijo y comprendido sólo por el Espíritu Santo.
Por otra parte, el espacio es altura, anchura y profundidad. La altura no es igual a la anchura, y la anchura no es igual a la profundidad. Pero tanto lo alto, como lo ancho y lo profundo no forman tres “espacios”, sino más bien, los tres son el “espacio”. Y como la altura, la anchura y la profundidad no se pueden separar ni funcionan por separado, así el Padre, el Hijo y el Espíritu no pueden trabajar por separado (Juan 5:17-30,32; Juan 10:30). Pero también encontramos un paralelo entre el espacio y la Trinidad. La altura se ve en la anchura y se experimenta en la profundidad. Similarmente, el Padre se ve reflejado en el Hijo, y el Hijo se experimenta en el Espíritu Santo. Cualquier punto en el espacio conlleva estas tres dimensiones (alto por ancho por profundo), por lo que Dios – en su totalidad – conlleva al Padre, Hijo y Espíritu Santo. De esto se trata “la matemática de la Trinidad”, 1 x 1 x 1 = 1.
Y por último, la materia la encontramos en tres estados: sólido, líquido y gaseoso. Lo sólido no es igual a lo líquido, y lo líquido no es igual a lo gaseoso. Pero tanto lo sólido, como lo líquido y lo gaseoso no forman tres “materias”, sino que los tres son “materia” simultáneamente. Así podemos ver – por ejemplo – agua en estado sólido, agua en estado líquido y agua en estado gaseoso, pero a pesar de tratarse de tres estados de la materia distintos, siguen siendo “agua”. Algo similar ocurre con Dios. Cuando vemos al Padre, vemos a Dios, pero cuando vemos al Hijo también vemos a Dios, y cuando vemos al Espíritu Santo también vemos a Dios (Juan 14:9).