En el libro de Apocalipsis leemos que Jesús se describió así mismo como “el Alfa y la Omega”. El “alfa” es la primera letra del alfabeto griego, y la “omega” es la última. También Jesús estaba citando las palabras del profeta Isaías, cuando dijo ser “el primero y el último” (Isaías 44:6):
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:7-8)
Dado que Juan escribió el Apocalipsis en griego utilizó las letras griegas alfa y omega. Pero sabemos que Juan, y también Jesús, hablaban realmente en hebreo (Hechos 26:14) Entonces Jesús debió haber pronunciado estas palabras en hebreo, identificándose como “el alef y el tau”, la primera y la última letra del alfabeto hebreo. Entonces, ¿qué significa que Jesús sea el “alfa y la omega”, o mejor dicho, “el alef y el tau”? Pues, algunos sostienen que las letras "alef" y "tau" serían ¡una firma escondida de Jesús en las Escrituras, que testificaría su presencia en ellas desde el principio hasta el final!
Pues bien, la letra alef y la letra tau forman juntas una pequeña palabra hebrea de dos letras que es conocida desde los escritos más antiguos como el “alef-tau”. Esta palabra es muy significativa, pues cuando se encuentra en una oración no tiene traducción, pues no es propiamente tal una palabra, sino más bien, un entendimiento. Y como no tiene traducción, el “alef-tau” ha permanecido oculto de cualquier traducción de las Escrituras.
Pocos saben, por ejemplo, que el “alef-tau” ya aparece en el primer versículo de la Biblia. Originalmente la Torá estaba escrito en “paleo hebreo”. El hebreo de Moisés no tenía letras, sino pictogramas o dibujos que representaban imágenes. Cada letra del alfabeto hebreo tenía una imagen que lo describía.
Así por ejemplo, la letra “alef” tenía como pictograma la cabeza de un buey, y la letra “tau” tenía como pictograma una cruz. Génesis 1:1 contiene siete palabras y en paleo hebreo se escribía de la siguiente manera (de derecha a izquierda):
De estas siete palabras, la cuarta es el "alef-tau". Así pues, vemos gráficamente en las Escrituras originales de Moisés, y desde el primer versículo de la Biblia, el símbolo del alef-tau, representado con un buey y una cruz, revelando que el plan de redención comenzaría con sacrificios de animales ¡y terminaría en la cruz de Cristo! (“Se Descifra El Código Judío”, Perry Stone). Todo esto nos hace pensar que el “alef-tau” (A/T) podría ser el símbolo de un pacto divino en las Escrituras y de la presencia del Mesías.
Con el tiempo, las letras hebreas fueron transformándose hasta las formas que actualmente conocemos. La letra alef se escribe "א" y la letra tau se escribe "ת". Entonces el alef-tau se escribe “את” (de izquierda a derecha). Así pues, las siete palabras de Génesis 1:1 en hebreo bíblico son:
Este versículo se traduce como: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Sin embargo, la cuarta palabra hebrea, el “alef-tau” (את), nunca ha sido traducida en otra versión. Dado que “את” se encuentra allí, desde la perspectiva hebraica la traducción literal de Génesis 1:1 sería: "En el principio creó Dios (alef-tau)". ¿Qué significa esto? ¿Significa que es Dios alef-tau el Creador?
Pues, sabemos que el Universo fue creado por “la palabra” de Dios (Hebreos 11:3). Leemos que Dios habló en 10 ocasiones para crear el Universo (Génesis 1). Pero para poder hablar, primero tenía que crear necesariamente las palabras, y por lo tanto, las letras que forman las palabras. Dado que el alef es la primera letra hebrea y tau la última, los judíos creen que en la palabra “alef-tau” (את) están contenidas todas las letras del alfabeto hebreo, desde el alef hasta el tau, y por lo tanto, también están representadas en ella todas las palabras con las cuales Dios creó el Universo.
Por esta razón, los sabios judíos creen que las letras del alfabeto hebreo son los bloques de construcción de la creación, y la piedra angular de toda vida creada. Los judíos cabalistas las llaman los “ladrillos de la creación” (“Sefer Yetzirah”, “Libro de la Formación”). Estas letras (alef-tau) forman las palabras que permiten escribir la Torá, la Palabra de Dios. Y los judíos creen que la Torá es Dios mismo (toraetzjaim).
Todo esto tiene grandes implicancias. El alef-tau se encuentra desde el principio, escrito en el primer versículo de las Escrituras. También el alef-tau, que representa todas las letras hebreas, hizo posible formar las palabras, y por lo tanto, el lenguaje que Dios usó para crear el mundo. Esto significa que sin el alef-tau, no habría sido posible la creación. Así que, desde la perspectiva hebrea, todo fue creado por medio del alef-tau. Pues, el apóstol Juan escribe que este “alef-tau” oculto en Génesis 1:1 es Jesús:
“En el principio era el Verbo (la Palabra), y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:1-3)
Juan también escribe que Jesús es el principio y fin de la creación (Apocalipsis 3:14), y que también había sido glorificado antes de la creación (Juan 17:5). Y los sabios judíos también enseñan que el “alef-tau” sostiene la creación, pues sin él toda la creación se vendría abajo. En este sentido, el apóstol Pablo escribe que Jesús es el alef-tau, el que sustenta la creación:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;” (Colosenses 1:16-17)
Pero el símbolo del “alef-tau” también lo encontramos oculto en otras partes de las Escrituras. En el libro del profeta Zacarías leemos:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarías 12:10)
Cuando leemos la frase “y miraran a mí” en este versículo, le sigue en hebreo la palabra “alef-tau” (את) escondido, que es traducido normalmente como “a”, y luego continúa con “quien traspasaron”. La traducción literal del versículo sería entonces: “y mirarán a mí, alef-tau quien traspasaron”. Así, el texto hebreo nos revela que a quien miraríamos traspasado sería realmente al“alef-tau” (את) .
Cuando Juan escribe en Apocalipsis 1:7-8 que Jesús es el “alfa y el omega”, no sólo lo hacía en referencia al profeta Isaías, como el “primero” (“rishon”) y el “último” (“acharon”), sino también lo hacía en referencia al profeta Zacarías, cuando dice que fue a Jesús “al que traspasaron”. Para Juan, Jesús es el alef-tau de Zacarías.
Pero algunos expertos sugieren que el alef-tau es solamente una marca de la relación gramatical entre un verbo y un objeto directo. Sin embargo, hay muchos versículos en las Escrituras que contienen un verbo y un objeto directo, sin el alef-tau. Si bien las reglas gramaticales no se cumplen en todos los casos, es notorio que alef-tau tiene un significado especial. Incluso algunos de los rabinos judíos más famosos de la Historia enseñaban que el “alef-tau” puede ser una marca de la mano del Todopoderoso en las Escrituras.
Para muchos esto es un misterio, pero la explicación la encontramos en el libro de Apocalipsis. En él, Jesús se identificó a sí mismo como el “alfa y la omega”. Jesús les explicó a sus discípulos que las Escrituras daban testimonio de Él (Juan 5:39). Y en las Escrituras encontramos que el “alef y el tau” estaba escrito silenciosamente desde el primer libro hasta el último de la Biblia hebrea, desde Génesis hasta Zacarías (Mateo 23:35). ¡Jesús es el primero y el último en la Palabra de Dios! ¡Jesús es la Palabra escrita de Dios! ¡Jesús es la Palabra hecha carne!
Y esta gran revelación continúa escondida para el pueblo de Israel. Cuando los judíos rezan hoy, una de las cosas que dicen es "Halleluiah eet Adoni" (“Alabado sea Dios”). En hebreo, el “alef-tau” se pronuncia "eet". No es una palabra, pero así es como se pronunciaría. Ningún judío sabe por qué incluyen "eet" en esta alabanza, simplemente lo hacen por tradición. La oración inadvertida es "¡Alabado sea Alef-Tau Dios!” Así pues, ¡Los judíos ortodoxos están alabando a Jesús e identificándolo como Dios y ni siquiera se dan cuenta! (“The mystery of the Alpha and Omega”, John H. Shumaker).