“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” (Colosenses 1:15)
Algunos grupos, malinterpretando la palabra “primogénito”, enseñan que Jesús es el “primer ser creado" de toda la creación. Sin embargo, Pablo no utiliza aquí la palabra griega “protoktisis", que significa “primer creado”. En su lugar, Pablo utiliza la palabra griega “prototokos”, que significa “primogénito”. Entonces, ¿cómo debiéramos entender este término? ¿Qué entendían los judíos por “primogénito”? ¿Y por qué los primeros cristianos confesaron a Cristo como el “Primogénito”?
Según la costumbre judía, el “primogénito” era aquel hijo que tenía el derecho a la primogenitura. Este derecho normalmente lo tenía el primer hijo (el que abría la matriz). Sin embargo, el texto bíblico nos muestra que durante la época patriarcal la primogenitura podía pasar del hijo mayor al menor. El primogénito de Abraham era Isaac (Génesis 21:12), aunque su primer hijo había sido Ismael. El primogénito de Isaac era Jacob, ya que Esaú había vendido su primogenitura (Génesis 25:33-34). El primogénito de Jacob era José, ya que Rubén su hijo mayor perdió la primogenitura por su mala conducta (1 Crónicas 5:1-2). Y el primogénito de José era Efraín (Jeremías 31:9), aunque Manasés era su primer hijo.
En el antiguo judaísmo y el cristianismo primitivo, el término “primogénito” realmente significaba “posición de honor” y “preeminencia”. Las Escrituras, por ejemplo, llaman a Israel el “hijo primogénito” de Dios (Éxodo 4:22). No se refiere a que Israel haya sido la primera nación del mundo, sino a su posición especial como “cabeza de naciones” (Jeremías 31:7). Por esta razón, Israel se autopercibe como el primogénito de Dios, el principal heredero de las promesas de Dios, especialmente en la literatura judía.
Más adelante, el término “primogénito” tendría connotaciones cristológicas. Los Salmos llaman al Mesías el “primogénito” de Dios, el rey “más excelso de los reyes de la tierra” (Salmo 89:27). Así, los primeros cristianos comenzaron a aplicar este título exclusivamente a Jesús (Romanos 8:29-30; Colosenses 1:15,18; Hebreos 1:6, 12:23; Apocalipsis 1:5) como una manera de identificarlo con Cristo el Mesías, quien es exaltado por encima de todas las cosas (“The Firstborn Son in Ancient Judaism and Early Christianity”, Kyu Seop Kim).
En tiempos bíblicos, el primogénito tenía privilegios especiales y responsabilidades únicas. Por una parte, el primogénito era sucesor de su padre como cabeza de la familia y tenía preeminencia sobre sus hermanos (Génesis 43:33, 2 Crónicas 21:3). La Biblia nos habla de la misma manera acerca de la primogenitura del Cristo. Jesús es el Hijo de Dios, y los creyentes también han recibido la potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12). Sin embargo, Jesús tiene una posición privilegiada entre los hijos de Dios. Jesús es “el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29), y como tal, Él es la “cabeza” de la familia de Dios, que es la iglesia (Colosenses 1:18). Jesús es el primogénito “para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:19).
Por otra parte, el primogénito tenía una posición especial con respecto a la herencia. Según la ley judía, el hijo primogénito heredaba una doble porción de la tierra y las posesiones del padre que los otros hijos (Deuteronomio 21:17). De la misma manera, Jesús es el único Hijo verdadero de Dios, el “Primogénito” quien heredara todas las promesas de Dios (Hebreos 1:2) y a través de quien nosotros los creyentes, los hijos adoptivos de Dios, “somos coherederos” (Romanos 8:17). El primogénito también tenía una bendición especial que era mayor que las bendiciones de sus hermanos (Génesis 27:39-40; 48:19; 49:3-27), y servía como sumo sacerdote de su familia o clan ("Israel’s Inheritance: Birthright of the Firstborn Son", Anne K. Davis).
En la carta a los colosenses, Pablo relaciona la primogenitura de Cristo con la creación del mundo. Esta relación sólo tiene sentido desde el entendimiento hebreo de las Escrituras. El relato del Génesis comienza con la palabra hebrea “Bereshit” (בראשית), que significa “en el principio”. Esta palabra está formada por dos palabras hebreas, Be ב y Reshít ראשית. En hebreo, las palabras pueden tener múltiples significados. Por una parte, la palabra “be” significa “por medio de”, como también “por causa de” (Strong #9001).
Mientras que la palabra “reshít” significa “primero” (en lugar, orden o rango), “principio”, “principal”, “primicia” (Strong #7225). Los escritores del Nuevo Testamento utilizan precisamente estos términos para referirse a Jesús. En Colosenses, Pablo escribe que Jesús es el “principio” (Colosenses 1:18), mientras que en Corintios Jesús es llamado “las primicias” (1 Corintios 15:20). En Apocalipsis, Jesús se identifica a sí mismo como “el principio de la creación” (Apocalipsis 3:14). En resumen, Jesús es el “Reshít” de las Escrituras.
La palabra “Bereshit”, por tanto, encierra la idea de que Dios creó los cielos y la tierra “por medio” del “reshít” y también “por causa” del “reshít”. En Colosenses, Pablo nos dice que Jesús es el “Reshít” de Génesis 1, pues todo lo que hay en los cielos y en la tierra fue creado “por medio de él y para él” (Colosenses 1:16).
Por otra parte, existe una relación entre la palabra “reshít” y “primogénito”. Las Escrituras hebreas describen al hijo “primogénito” (“bekor”) como “el principio del vigor” (“reshít") del padre: “Rubén, tú eres mi primogénito [bekor], mi fortaleza, y el principio [reshít] de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder” (Génesis 49:3). De manera que, la palabra “Reshít” subraya la relación del padre con el hijo primogénito y su condición de heredero ("Firstborn", Jewish Virtual Library). En Colosenses, Pablo describe a Jesús como el “Reshít”, “el principio”, pero también lo llama el “Bekor”, “el primogénito de toda creación” (Colosenses 1:15-18). Además, la palabra “reshít” ראשית tiene la misma raíz que la palabra “rosh” ראש, que significa “cabeza”. En este contexto, Pablo describe a Jesús como el “Rosh”, la “cabeza” de la iglesia (Colosenses 1:18).
Por último, la palabra “Bereshit” comienza con la letra hebrea “bet” (ב). Originalmente, cada letra hebrea tenía un significado pictográfico. La letra “bet” significaba “casa”, un lugar permanente de habitación. Por esta razón, la letra “Bet” se encuentra en el nombre “Bet-Lehem” (“Belén”) que significa “casa del pan”, en “Betel” que significa “casa de Dios”, o en “Betsemes” que significa “casa del sol”. La letra “Bet” junto a la palabra “Reshít” ocultan un poderoso mensaje. Desde el principio, entendemos que Dios estaba creando una casa para su “Reshít”, un lugar de habitación permanente para su “Primogénito”. Más adelante, Pablo nos dice que Jesús es declarado “el primogénito de la creación”. ¡Cristo es el heredero de la creación! ¡Todo fue creado por Él y para Él!