¿Qué himno cantaba Jesús con sus discípulos en la Pascua?

Uno de los aspectos menos conocidos de Jesús es que cantaba himnos. ¡Sí, Jesús también cantaba! Los judíos acostumbraban a cantar himnos en las fiestas de Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos. Y también cantaban después que Dios hacía grandes proezas en favor del pueblo de Israel. Pues la Biblia también menciona que Jesús cantaba con sus discípulos durante la última cena en el contexto de la fiesta de la Pascua: 

“Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.” (Mateo 26:30) 

El séder que hoy observan los judíos no existía en los días de Jesús. Las tradiciones del séder se establecieron en la Mishná sólo después del 70 d.C. como una forma de superar la pérdida del Templo ("The Origins of the Seder", Baruch Bokser). Sin embargo, muchas de estas costumbres se venían practicando entre los judíos desde época remotas. Por esta razón, aunque Jesús y sus discípulos no celebraron un séder como el que conocemos, el relato de la última cena contiene muchos elementos de un séder. 

Una de estas tradiciones incluye cuatro copas de vino, que representan las cuatro promesas de Dios para Israel cuando fueron liberados de Egipto (Éxodo 6:6-7), y que se beben en cuatro diferentes ocasiones durante la comida ("La Bendición Torá", Larry Huch). Junto con ello, los judíos cantan el “hallel”, que consta de los Salmos 113 al 118. Estos salmos son llamados así porque en hebreo comienzan con la palabra “hallel” (“Aleluya”). Los judíos también lo llamaban el “hallel egipcio”, por tratarse de un recordatorio de la liberación de manos del faraón de Egipto. 


Según la tradición judía, después de beber la segunda copa de vino, se cantaba la primera parte del hallel, los Salmos 113 y 114. Más tarde, después de beber la cuarta copa, se cantaba la segunda parte del hallel, los Salmos 115 al 118, para así terminar la comida. Esto es precisamente lo que observamos en el relato de los evangelios. Jesús y los discípulos terminaron la última cena cantando el hallel: "Y cuando hubieron cantado el himno [la segunda parte del hallel], salieron al monte de los Olivos" (Mateo 26:30; Marcos 14:26). 

Es interesante notar la letra de estos himnos. Uno de los himnos que Jesús entonó dice: “Y la fidelidad de Jehová es para siempre” (Salmos 117:2) y otro que dice: “Alabad a Jehová, porque Él es bueno” (Salmos 118:29). Es increíble pensar que estando a minutos de ser traicionado, arrestado con espadas y palos, enjuiciado injustamente, abofeteado, escupido en el rostro, azotado, condenado a muerte y crucificado de la peor manera, sabiéndolo todo, aun así Jesús cantaba: “Y la fidelidad de Jehová es para siempre” y “alabad a Jehová, porque Él es bueno”. Qué tremendo ejemplo. Cuando estemos en situaciones difíciles de la vida, ojalá nosotros también podamos decir: ¡Dios es fiel siempre! y ¡Dios es bueno!