¿Por qué Jacob y Esaú cerraron la compra de la primogenitura comiendo pan y guisado?


La historia es conocida. Jacob, siendo el hermano menor, deseaba la primogenitura de Esaú, su hermano mayor. Y en una ocasión, Esaú volviendo del campo cansado y con hambre, deseaba el potaje que preparaba Jacob. Y aprovechando la oportunidad, Jacob decide comprar la primogenitura a Esaú a cambio de aquel plato de comida. Dice la Biblia: 

“Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.” (Génesis 25:34) 

Después de leer el relato aparece inmediatamente la siguiente pregunta: ¿podía Jacob comprar algo tan importante como la primogenitura con pan y un guiso de lentejas? ¿Haría un plato de comida respetar a Esaú un acuerdo tan importante? La respuesta es ¡por supuesto que sí! En el mundo occidental los acuerdos entre personas se hacen firmando un documento legal, pero en el Medio Oriente los pactos más solemnes ¡se hacían con sal! De manera que el “pacto de sal” era considerado sagrado en Medio Oriente, algo así como una garantía de fidelidad. Una vez que se compartía sal entre dos personas, aún si fueren los peores enemigos, representaba un compromiso inquebrantable entre ellos. Tan importante es, que Dios mismo usó el pacto de sal para referirse al pacto que hizo con Israel (Números 18:19), y con David (2 Crónicas 13:5). 

Así que, compartir una comida sazonada con sal era un acuerdo inviolable entre dos personas. Por ello, en el Medio Oriente se usaba la expresión “pan y sal” para referirse a “estar unidos por un pacto solemne” (Usos y Costumbres de Tierras Bíblicas, Fred Hartley). Un enemigo no “probará la sal” de su adversario a menos que esté listo para reconciliarse con él. Una persona con una misión no comerá pan ni sal de su hospedador hasta cumplir con su misión, como el caso del siervo de Abraham que no comió hasta no haber dicho el mensaje que tenía que decir a Labán (Génesis 24:33). 


Por lo tanto, cuando Esaú decide vender su primogenitura a Jacob por “pan y un guisado de lentejas” ambos estaban comprometiéndose en un pacto solemne e inquebrantable. Y así también lo entiende la Biblia, pues después de esta comida Jacob es considerado oficialmente como el primogénito con todos sus beneficios. Otra referencia similar al "pan y sal" la encontramos en la última cena. En Medio Oriente, cuando una persona compartía una comida sazonada con sal con otro en su casa ya no podía traicionarla o hacerle daño. Sin embargo, en la última cena Jesús les dice a sus discípulos que uno de ellos lo traicionaría a pesar de estar comiendo del mismo plato (Marcos 14:18-20). No sólo fue la traición, sino también el haber roto el pacto de sal lo que llevó a Judas a quitarse la vida.