En la parábola, ¿por qué la mujer buscó desesperadamente una simple moneda perdida?


En una ocasión Jesús contó la parábola de una mujer que busca con diligencia una moneda que había perdido en su casa, con el fin de ilustrar el anhelo que Dios tiene de buscar y encontrar aquellas personas que se encuentran alejadas de Él. La Biblia dice:

“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.” (Lucas 15:8-9)

La moneda finalmente es encontrada, pero ¿por qué la mujer comenzó a buscar desesperadamente una simple moneda que se le había perdido? Cualquiera pensaría que teniendo todavía nueve monedas, perder una sola no sería algo tan terrible. Pues bien, el motivo de tal búsqueda tiene que ver con las antiguas costumbres del Medio Oriente. La mujer buscó con diligencia la moneda perdida porque ¡era parte de su diadema de matrimonio!

En la época de Jesús, las mujeres llevaban monedas de plata colgadas en su cabeza y cuello. Estas monedas solían ser una parte del precio que el novio pagaba por ella a su familia (dote), y que por costumbre quedaba en manos de la novia. Eran de ella incluso aún si se divorciaba. Por tanto, se convertían en la riqueza y esperanza de una mujer en caso de que su marido falleciera o su matrimonio terminara.

Así que estas monedas eran cosidas en hileras como una diadema en el velo nupcial el día de la boda, y luego usadas como ornamento en el velo como señal de estar casadas. Era algo así como un “anillo de matrimonio” actual. No sólo tenía un valor económico, sino también un valor sentimental. Era un símbolo público de honor, ya que el juego completo de monedas representaba a una esposa fiel. Si se hallaba a una mujer infiel el esposo podía quitarle algunas monedas (o incluso todas) para su desgracia. Y si faltaba una, el esposo podía llevarse una impresión equivocada, incluso reaccionar con ira (“Usos y Costumbres de tierras bíblicas”, Fred Hartley Wight).


En la parábola, los diez dracmas eran parte de la dote de la mujer. Un dracma equivalía al salario de un día de trabajo, y el hecho de que sólo tenía diez indica que la familia de su padre era pobre (“Comentario del Contexto Cultural del NT”, C.S. Keener). Y si su ornamento estaba formado sólo por diez dracmas, haría más notorio si faltaba una sola moneda. Así que perder una de ellas se consideraba una gran vergüenza. No se trataba de buscar una simple moneda perdida, lo importante era tener todas las monedas en su ornamento, y así recuperar su dote, su honor y evitar el enojo de su marido. Por ello su desesperación de encontrarla lo antes posible. Y cuando la recupera, reúne a sus amigas y vecinas (Lucas 15:9) para regocijarse y guardar lo sucedido como un secreto de mujeres.