El "logos": ¿una filosofía griega?


El primer capítulo del evangelio de Juan comienza con la palabra griega “logos”. El supuesto común dice que este “logos” refleja una nueva teología de Juan influenciada por el pensamiento griego, y que comenzó a marcar la separación definitiva del cristianismo con el monoteísmo judío. Muchos filósofos griegos creían que el “logos” era el vínculo que conectaba lo divino con lo humano, concepto que Juan habría aplicado a Jesús. Sin embargo, Juan no estaba aplicando conceptos griegos, pues esta idea ¡también estaba presente en el pensamiento hebreo del primer y segundo siglo! (“Logos, A Jewish Word: John’s Prologue as Midrash”, Daniel Boyarin). 

La palabra griega “logos” significa “Palabra”. Para nosotros, la “Palabra” de Dios es algo que puede escucharse. Pero en el Antiguo Testamento, la “Palabra” de Dios parece ser una "persona" que los hombres podían ver. En Génesis, por ejemplo, la “Palabra de Jehová” vino a Abraham hablándole en una visión (Génesis 15:1). La "Palabra" de Jehová no era una voz que Abraham escuchaba en su cabeza, sino alguien que podía ver.

Al parecer, el pueblo de Israel tenía constantes “visiones” de Dios en forma humana en aquellos tiempos. La Biblia nos dice que estas visiones habían escaseado en los días de Samuel (1 Samuel 3:1), hasta cuando Dios se manifestó visiblemente a Samuel como “la Palabra de Jehová” (1 Samuel 3:21). Los profetas también experimentaban constantemente estas “visitas” de Dios en forma corpórea bajo el término "Palabra". Uno de los casos más conocidos es el del profeta Jeremías. La Biblia nos dice que “la Palabra” de Jehová vino y habló con Jeremías (Jeremías 1:4), y que incluso “extendió su mano” para tocar su boca (Jeremías 1:9). 


Pues los antiguos judíos notaron estas extrañas teofanías. Así que, después del cautiverio babilónico, los judíos comenzaron a designar todas las manifestaciones visible de Dios en el Antiguo Testamento bajo un agente permanente de Dios llamado la “Memra”, que en arameo significa “Palabra” (Bible Researcher). Durante el periodo del Segundo Templo los judíos formaron muchas convicciones clásicas con respecto a la “Memra”. Gran parte de la literatura judía antigua atribuía a la “Memra” acciones, pensamientos, intenciones y relaciones como si tuviese vida propia (“The Gospel of the Memra: Jewish Binitarianism and the Prologue to John”, Daniel Boyarin). 

Cuando los judíos tradujeron las Escrituras hebreas al arameo (los llamados “tárgums”), éstos contenían las interpretaciones judías de toda la Escritura, incluyendo las ideas relacionadas con la “Memra” (ver tárgums online). Y en ellos, la “Memra” (“Palabra”) figura constantemente como la manifestación del poder de Dios y como el mensajero de Dios en lugar de Dios mismo (Jewish Encyclopedia). 

En los tárgums, Adán y Eva “oyeron la voz de la Palabra de Jehová Dios que caminaba en el huerto al atardecer del día” (Génesis 3:8 Targum Pseudo Jonathan). También nos dicen que después del diluvio “Jehová dijo a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mi Palabra, y entre toda carne que está sobre la tierra.” (Génesis 9:17 Targum Onkelos). Según los tárgum, “el Señor fue revelado en su Palabra a Abraham, a Isaac y a Jacob, como Dios del cielo” (Éxodo 6:3 Targum Pseudo-Jonathan). Cuando José estuvo en la cárcel, los tárgums nos dicen que “la Palabra de Jehová fue el Ayudador de José, y le extendió misericordia, y le dio gracia ante los ojos del capitán de la prisión” (Génesis 39:21 Targum Pseudo-Jonathan). Y según los tárgums, la “Palabra” ayudó tanto a Moisés como a Josué: “como Mi Palabra fue en ayuda de Moisés, así Mi Palabra será tu ayuda; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5 Targum Onkelos). 

Pero además, la “Memra” también es considerada una entidad divina real o un mediador, ocupando el lugar de Dios y sus características. En los tárgums, Jacob sostiene que “la Palabra de Jehová será su Dios” si lo ayudaba en el camino de viaje (Génesis 28:20-21 Targum Onkelos). Mientras que en Deuteronomio se nos dice que Israel había “elegido la Palabra del Señor para que sea Rey sobre ti hoy, para que Él sea tu Dios” (Deuteronomio 26:17 Targum Jerusalén). 

En los tárgums, la “Memra” participó con Dios en la creación, pues dicen que “la Palabra de Jehová creó al hombre a su semejanza” (Génesis 1:27 Targum Pseudo-Jonathan). En los tárgums, la “Memra” también hacía pactos con el hombre. Así por ejemplo, los tárgums nos dicen acerca pacto de Dios con Abraham: “Y estableceré mi pacto entre mi Palabra y ti, y tus hijos después de ti por sus generaciones perpetuas, para ser para ti un Dios, y para tus hijos después de ti” (Targum Onkelos). Y por último, los tárgums presentan a la “Memra” como agente de salvación: “Pero Israel será salvo por la Palabra de Jehová con salvación eterna” (Isaías 45:17 Targum Pseudo-Jonathan). 


Estos tárgums se leían antiguamente en las sinagogas después de la lectura de la Torá en hebreo. En la época de Juan, los judíos escuchaban constantemente acerca de la “Memra”, y que había participado de la creación con Dios, que había hecho pactos con los hombres, que salvaba y redimía. ¿Quién era esta “Memra”? 

El pensamiento judío consideraba que la “Memra” era la personificación misma de Dios, aunque también alguien distinto de Dios (“Yeshua: The Life of Messiah from a Messianic Jewish Perspective”, Arnold G. Fruchtenbaum). El filósofo judío Filón de Alejandría fue uno de los primeros en aplicar el concepto de la “Memra” judía a las ideas filosóficas griegas bajo el concepto de “logos”. Filón escribe sobre el "logos":

"Mientras que la voz de los mortales se juzga al oír, los oráculos sagrados insinúan que las palabras de Dios (logoi, en plural) se ven como luz se ve, pues se nos dice que todo el pueblo vio la Voz [Éxodo 20:18], no que lo escucharon; porque lo que estaba sucediendo no era un impacto de aire producido por los órganos de la boca y la lengua, sino el esplendor radiante de una virtud indistinguible de una fuente de razón...Pero la voz de Dios, que no es la de los verbos y nombres que el ojo del alma ha visto todavía, él [Moisés]  la presenta correctamente como "visible." (Migr. 47-48)


Filón, que escribe en Alejandría del siglo I d. C. para una audiencia de judíos devotos de las Escrituras, utiliza la idea del ‘logos’ como si fuera algo normal. Sus escritos hacen evidente que, al menos para algunos judaísmos precristianos, no había nada extraño en la doctrina de una manifestación de Dios” (“The Gospel of the Memra: Jewish Binitarianism and the prologue to John”, Daniel Boyarin). Se podría considerar entonces que la “Memra” judía fue la precursora del “logos” griego, ya que esta idea había sido desarrollada por los judíos siglos antes. Cuando Juan escribe que “En el principio era el Verbo [“logos”], y el Verbo [“logos”] era con Dios, y el Verbo [“logos”] era Dios” (Juan 1:1), no estaba inventando una nueva teología, ni mucho menos adoptando una filosofía griega. Sus lectores judíos habían escuchado muchas veces esta idea en los tárgums que se leían públicamente en las sinagogas. Juan estaba interpretando el Antiguo Testamento desde la perspectiva hebrea. 

La línea del pensamiento judío consideraba que la “Palabra” estaba “en el principio con Dios”, y que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:2-3). De manera similar, cuando Juan dice que la “Palabra” (“logos”) “era la luz de los hombres”, probablemente se refiere a un poema hebreo llamado “las cuatro noches”, un tárgum de Éxodo 12:42 que se usaba en la liturgia de la Pascua. Este poema dice que hay cuatro noches importantes, y que la primera de ellas fue cuando en la creación el mundo estaba vacío y sin forma, pero la “Palabra” de Dios fue la “luz” que comenzó a iluminar (The Messianic Prophecy Bible Project). La “Memra” era esta “luz en las tinieblas que resplandece, y [que] las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:4-5). 


Asimismo, cuando Juan dice que “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11) no se refiere al ministerio de Jesús en Israel, pues aún no está describiendo la encarnación. Esta expresión probablemente se refiere a una pieza común de la tradición judía sobre la “sabiduría”, la cual era vinculada con la “Memra”. Un antiguo libro judío llamado “El libro de Enoc” dice: “La Sabiduría no encuentra un lugar donde pueda habitar, entonces su casa está en los cielos. La Sabiduría fue a habitar entre los hijos de los hombres y no encontró sitio. Entonces la Sabiduría ha regresado a su hogar y ha tomado su silla entre los ángeles” (Enoc 42:1-2). 

Aunque las filosofías griegas consideraban que el “logos” era un intermediario entre Dios y el mundo tal como los judíos lo creían de la "Memra", los griegos la entendían más bien como la “razón” o la “sabiduría” dentro de la existencia metafísica. Pero en el evangelio de Juan, el “logos” se entiende en todo su sentido como la “Palabra” de Dios, y se separa definitivamente de la filosofía griega cuando Juan dice que “aquel Verbo [“logos”] fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). ¡La Palabra de Dios tomó forma humana en la persona de Cristo!