¿Cuál era el aguijón en la carne de Pablo?


En la segunda carta a los corintios, el apóstol Pablo menciona que tenía un “aguijón en la carne" para no enaltecerse en sobremanera. La naturaleza de este aguijón ha sido tema de debate durante mucho tiempo, sin que los comentaristas logren llegar a un acuerdo. La Biblia dice: 

“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.” (2 Corintios 12:7-8) 

¿Cuál era este misterioso aguijón? Pues existen muchas teorías al respecto. Algunos suponen que el aguijón en la carne se refiere las luchas internas de Pablo (como sus aflicciones por haber perseguido a la iglesia, la incredulidad de Israel, o sus tentaciones). En tanto, otros suponen que se trataría de algún tipo de demonio, “un mensajero de Satanás”, que acosaba constantemente a Pablo (Biblia de Estudio Teológico, Sociedades Bíblicas Unidas). 

Pero la teoría más aceptada afirma que este aguijón en la carne de Pablo era realmente una enfermedad de la que no podía recuperarse. Sabemos que el apóstol Pablo sufrió algún tipo de enfermedad durante su ministerio, ya que la menciona en su carta a los gálatas: “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio” (Gálatas 4:13). Se debe destacar que la palabra “enfermedad” en este versículo se traduce de la palabra griega “astheneia”. Esta misma palabra griega se utiliza en el contexto del aguijón en la carne de Pablo, pero ahora se traduce como "debilidad": “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad (astheneia).” (2 Corintios 12:9). Esto indicaría que la “debilidad” de Pablo podría haber sido una “enfermedad”. 

Pero, ¿cuál habría sido esta enfermedad? Las teorías más comunes sugieren que Pablo podría haber padecido malaria, lepra, epilepsia, migrañas, una dificultad en el habla o algún tipo de afección dolorosa. Pero la teoría que cobra mayor fuerza sería una enfermedad a la vista. En la misma carta a los gálatas, cuando Pablo se refiere a la enfermedad que tenía en su cuerpo, continúa diciendo: “Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos” (Gálatas 4:15). Esto podría indicar que Pablo tenía una enfermedad que afectaba a sus ojos. Incluso algunos han especulado que Pablo podría haber sufrido de conjuntivitis bacteriana crónica, una enfermedad muy común en aquella época, que hacía que sus ojos se enrojecieran y descargaran fluidos.

Sin embargo, aunque existen muchas conjeturas relacionadas con alguna enfermedad, el aguijón “en la carne” de Pablo no implicaría algún defecto físico como normalmente se sugiere. Más bien, se trata de una expresión bien conocida en Medio Oriente. Y es que en la cultura de Medio Oriente la expresión “aguijón en la carne” siempre se refiere a personas irritantes o molestas (“Luz a través de una ventana oriental”, Vol III, Bishop K.C. Pillai). Los judíos usaban esta expresión desde tiempos de Moisés. En aquella época, llamaban "aguijones" y "espinas" a los cananeos que no lograron expulsar de la tierra: 

“Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.” (Números 33:55) 

De manera que la palabra “aguijón” y “espina” eran usadas para referirse a los enemigos de Israel (Josué 23:13; Jueces 2:3; Ezequiel 28:24). Aunque los eruditos debaten acerca de qué era exactamente el “aguijón” de Pablo, el contexto sugiere que se trataría de los enemigos de Pablo. Este aguijón constantemente “abofeteaba” a Pablo, lo que probablemente se refiera a sus continuas persecuciones. Además, el apóstol había llamado anteriormente a sus enemigos “ministros” de Satanás (2 Corintios 11:14-15). Como un insulto irónico, Pablo puede estar refiriéndose nuevamente a sus opositores, esta vez como “mensajeros de Satanás” (“Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Nuevo Testamento”, C.S. Keener).