Los orígenes de la Navidad

Muchas de las tradiciones de la Navidad ocultan extraños orígenes. Resulta interesante entonces preguntarnos, ¿cuándo comenzó a celebrarse la Navidad? ¿Por qué en 25 de diciembre? ¿Por qué adornamos un árbol navideño? ¿De dónde viene Santa Claus? ¿Por qué nos entregamos regalos? Aunque no lo creamos, la Navidad no es cristiana, ya que se celebraba cientos de años aún antes del nacimiento de Jesús.


El origen de la Navidad se remonta hasta Mesopotamia, cuna de la civilización mundial. La Biblia dice que Nimrod fue el primer poderoso del mundo, fundando ciudades como Babel y Nínive, entre otras, y estableciendo su propio gobierno en Babilonia (Génesis 10:8-12). Según el extraordinario libro "The Two Babylons" ("Las dos Babilonias") de Alexander Hislop en 1858, Nimrod fue tan poderoso que llegó a ser adorado como divinidad. Pero cuando muere, su esposa Semiramis, quiso mantener el poder en Babilonia y afirmó que Nimrod había ascendido al cielo y se había convertido en el sol. Desde este momento, el culto al sol se transformaría en el más antiguo del mundo.


Una vez en el poder, Semiramis quedaría embarazada y afirmaría que los rayos del sol habían concebido al hijo que esperaba, y cuando nació, Semiramis afirmó que su hijo Tamuz era la reencarnación de su esposo Nimrod. Tamuz habría nacido exactamente en el solsticio de invierno, el 25 de diciembre en el calendario babilónico. Semiramis y Tamuz serían adorados como dioses, y con ello se instauraría uno de los cultos más antiguos de la humanidad, el culto madre e hijo. Con el tiempo, Semiramis sería adorada como la reencarnación de “Ishtar”, diosa de la fertilidad, y proclamada como “la reina del cielo”. 

“Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones;” Jeremías 44:25 

Durante una caza, a la edad de 40 años, Tamuz muere en un extraño accidente con un jabalí, cayendo muerto sobre un tronco de árbol podrido. Semiramis afirmaba que de aquel tronco había nacido un pino. De ahí que cada 25 de diciembre las personas llevaran un pino al interior de sus casas como símbolo del renacimiento de Tamuz, y endecharan en su honor. 

“Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz.” Ezequiel 8:14 


De esta manera, el culto al dios sol – Nimrod – y el culto madre e hijo – Semiramis y Tamuz - se habían asentado definitivamente en toda la llanura de Sinar, lugar donde los babilonios construían la torre de Babel (Génesis 11), símbolo de su poder y centro de adoración y rituales. En este contexto, fue que Dios decidió confundir las lenguas y esparcirlos en toda la tierra, debido a que Babilonia no desistiría en su idolatría (Génesis 11:6-9). 

Así, la religión babilónica llegaría a todas las partes del mundo y en todos los idiomas. Nimrod el dios sol, llegaría a todo el mundo con distintos nombres: en Egipto, se conoció como Osiris, en Canaán como Baal, en Fenicia como Moloc, en Persia como Bel, en Grecia como Zeus, etc. Incluso en Roma, durante las fiesta de “Saturnalias”, los romanos celebraban el nacimiento del Sol invictus el 25 de diciembre, como herencia del culto a Nimrod reencarnado en Tamuz y su nacimiento.


El culto madre e hijo también haría lo mismo: en Canaán se conoció como Astarté y Baal, en Egipto como Isis y Osiris, en Phyrigia como Nana y Atis, en China como Shing Moo y su hijo, en India como Devaki y Krishna, en Grecia como Afrodita y Eros, y en Roma como Venus y Cupido. 

Con el paso del tiempo, la adoración al dios sol adoptaría nuevas formas. Mientras que en Moab adoraban a Quemos, en Amon lo hacían con Moloc, el mismo dios de la prosperidad al cual la gente presentaba una lista de peticiones y para que éstas fueran cumplidas entregaban a sus hijos para quemarlos en sacrificio en el fuego. Este dios más tarde se conocería en Persia como Mitra, dios del sol, caracterizado por su gorra frigia.


Mientras que en Egipto, en los rituales al dios sol del 25 de diciembre, Rá era representado castrándose a sí mismo. Este mismo ritual se trasladaría a Grecia, donde Atis era el dios sol que se castraba a sí mismo, y que fue herido por un jabalí. Con el tiempo, este culto se uniría con el árbol babilónico en las casas y que sería adornado con bolas plateadas y doradas representando los testículos de Rá. Esta fue la costumbre que habían adoptado algunos israelitas. 

“Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” Jeremías 10:3-5 

Una vez que el mundo estaba bajo dominio romano, en el año 312 d.C. el emperador Constantino convirtió el cristianismo en la religión oficial del Imperio. De esta manera, muchos de los cultos y rituales se adaptaron al cristianismo. El culto madre e hijo se transformó en María y Jesús, y más adelante, dado que el 25 de diciembre ya era celebrado por los romanos como el nacimiento del sol, y para evitar conflictos con el cristianismo, en el 354 d.C. la Iglesia Católica Romana estableció este día como el día oficial del nacimiento de Jesús. 

El árbol adornado de bolas plateadas y doradas se transformó en el árbol navideño. El dios de la prosperidad con una gorra frigia a quien la gente le presentaba sus peticiones para el año se fusionó entre otras leyendas con la del obispo Nicolás de Bari del siglo IV d.C. para transformarse en Santa Claus, el que finalmente sería modernizado en un aviso publicitario por Coca-Cola en 1931.