La Teoría de la Envoltura

Existen muchas interrogantes con respecto al mundo en que vivió Adán y Eva, las condiciones climáticas del jardín del Edén, cómo fue el Diluvio Universal, de dónde salió tanta agua y tantas otras. Por ello, han surgido muchos intentos de responder estas dudas a través de teorías y estudios. La Tierra antes del Diluvio probablemente tenía características muy distintas al mundo que conocemos ahora. Por ello, muchos estudiosos han visto en el texto de Génesis algunas sugerencias que explicarían todas las dudas del mundo antes del Diluvio. Esta es la llamada Teoría de la Envoltura o de la Bóveda (Canopy Theory).
 
 
La Teoría de la Envoltura afirma que antes del Diluvio la Tierra estaba envuelta por una capa de agua en forma de vapor o partículas de hielo. En la Biblia se hallan una serie de versículos que, de alguna manera, apoyan este punto de vista. Dice la Biblia:

"E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así." Génesis 1:7

Una lectura superficial haría pensar que Dios separó las aguas de las aguas sobre la tierra y bajo la tierra. Sin embargo, más adelante se nos aclara que la expansión son los Cielos, el lugar donde vuelan las aves (Génesis 1:9,20). Si es así, entonces la Biblia nos indica que había agua sobre los Cielos. Esto también es apoyado por otras referencias bíblicas, donde se nos dice que en la creación habían "aguas sobre los cielos" (Sal 148:4), o que la Tierra en el tiempo antiguo provenía del agua y por el agua subsistía (2 Ped 3:5). Por lo tanto se infiere que había una capa de agua que habría envuelto la Tierra por completo, formando una capa adicional a las seis capas que envuelven actualmente a nuestro planeta.



Como esta capa de agua habría sido la capa más externa de nuestra atmósfera, entonces habría tenido directo contacto con el espacio exterior. Para que se haya mantenido sujeta a la Tierra y no disparada hacia el espacio la fuerza gravitacional tendría que haber estado funcionando el primer día de la creación (Génesis 1:3-5). Pero también no habría caído a la Tierra pues, al tratarse de vapor o hielo, ésta se transforma en magneto, y con el campo magnético de aquel entonces habría flotado sobre la expansión (Efecto Meissner). Se sabe que el campo magnético de la Tierra tiene una vida media de 4.500 años. Es decir, hace 4.500 años atrás el campo electromagnético era el doble de lo que es ahora, y hace 9.000 años era cuatro veces más potente. Se debe pensar entonces que el primer día de la creación el campo electromagnético debería haber estado funcionando.

Esta capa de vapor o hielo suspendido en el campo magnético habría incrementado la presión del aire, lo que filtró la luz del sol y el agua habría detenido los efectos dañinos de los rayos del sol. En los ámbars encontrados se han registrado un 50% más de oxigeno que lo que existe actualmente, lo que nos habla de que alguna vez la Tierra tenía más oxígeno que ahora.

Este efecto invernadero habría provocado que la Tierra tuviera un clima subtropical, sin desiertos ni casquetes polares. Habrían más árboles y más grandes, con más frutas. Habría mucha vegetación en zonas polares actuales. Por ello, se han encontrado fósiles de mamuts con vegetación en sus estómagos, a pesar de que habitaron en zonas polares como Siberia, o fósiles de palmeras en Alaska o madera petrificada en los desiertos.

Los rayos X directos del Sol y los rayos gamma, que afectan las células de la piel y aceleran el proceso de envejecimiento, habrían sido bloqueados, permitiendo que los hombres antes del Diluvio vivieran en promedio 912 años (Génesis 5), pero que luego del Diluvio bajaron su promedio de vida a 70 u 80 hasta nuestros días. También la mayor cantidad de dióxido de carbono habría provocado aumentado el aire en tierra como en agua, lo que provocó mayor longevidad y estatura, no sólo en humanos, sino también en animales y en plantas como lo indican los registros fósiles. Por ello la Biblia nos dice que había gigantes en aquellos días (Génesis 6:4). Abajo se observa sólo una muestra de algunos de los fósiles hasta ahora encontrados: un fósil de una tortuga gigantes de más de 3 metros de altura exhibida en Yale Museum, en Connecticut; el fósil de un tiburon gigante de más de 25 metros de largo; el fósil de una tarántula gigante de 18 centímetros de largo.



Antes del Diluvio no había llovido en la Tierra, sino que un vapor subía de la tierra (Génesis 2:5-6). De hecho, la lluvia no se menciona en la Biblia hasta Noé. Además Noé fue la primera persona en ver un arcoíris (Génesis 9:13). Con un efecto invernadero no habría sido necesario un ciclo del agua (lluvias) hasta después del Diluvio. Cuando llegó a producirse, toda esta agua en forma de vapor o partículas hielo se desplomó sobre la Tierra como cataratas, lo que provocó que esta envoltura de agua desapareciera hasta la actualidad. La Biblia nos dice que llovió durante cuarenta días y cuarenta noches.

Génesis 7:11:
"El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertos,"


Hoy en día no podría llover tanto, pues no existe la humedad suficiente en nuestros cielos ahora, excepto que en los días de Noé haya habido mucha agua acumulada, como una envoltura de agua sobre los cielos, para que lloviera de esa manera. Por ello, algunos han sugerido que sólo después de caerse esta capa de agua podrían haber comenzado las temporadas de calor y frío, verano e invierno (Génesis 8:22), pues no se mencionan antes en la Biblia como tal. Desde ese momento sólo existirían seis capas en la atmósfera. La Tierra y los cielos ya no serían los mismos que en el mundo antiguo. Por eso Pedro nos menciona que los cielos y la tierra que existen ahora son diferentes de aquel mundo que pereció por agua (2 Pedro 3:5-7).