¿Cómo amontonas ascuas de fuego sobre la cabeza de tu enemigo?


Una de las expresiones más difíciles de entender en la Biblia la encontramos en las cartas de Pablo, cuando leemos que haciendo el bien a nuestro enemigo estamos colocando “carbones encendidos” o “ascuas de fuego” sobre su cabeza: 

“Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.” Romanos 12:20 

¿Qué significa esta expresión? ¿Cómo podríamos poner ascuas de fuego sobre la cabeza de nuestro enemigo? Pues bien, generalmente se piensa que esta expresión encierra una especie de venganza o castigo contra nuestro enemigo. Algunos, incluso, han llegan a pensar que cuando hacemos el bien a nuestro enemigo y éste no se arrepiente, entonces su sufrimiento en el infierno se vería aumentado. Pero la interpretación más común enseña que nuestro enemigo se avergonzará una vez que nosotros hacemos el bien con él. Sin embargo, ninguna de ellas es correcta, pues se contradice con el ayudar y bendecir a nuestro enemigo. Por el contrario, el dicho proviene de Oriente y se refiere a alguien que es amable y afectuosa con otra cuando coloca literalmente ¡carbones encendidos sobre su cabeza!


Cuando se escribió este proverbio (Proverbios 25:22), la gente en Oriente calentaba sus casas y cocinaba con fuego. Pero durante la noche el fuego a veces se apagaba y debían ir a buscar carbones encendidos a las casas vecinas para prender nuevamente el fuego y cocinar el desayuno. 

En tierras bíblicas, casi todo se lleva en la cabeza: tinajas con agua, canastas con comida, y ¡braseros con carbones encendidos! Cuando se acababa el fuego, algún miembro de la familia salía con el brasero hacia la casa de un vecino para pedir prestado fuego, y regresaba con el brasero en la cabeza. Y si su vecina era una mujer generosa, entonces amontonaba el brasero con carbones ("Strange Scriptures That Perplex The Western Mind", Barbara Brown).

Por lo tanto, el proverbio enseña que si a un enemigo se le apaga el fuego en su casa, y viene a la nuestra pidiendo carbón, debemos ser generosos y amontonarle muchos carbones encendidos, o ascuas de fuego en el brasero sobre su cabeza. De manera que podrá volver a su casa a cocinar pan y calentarse (Reediming God).